Gideon
Presente
Cuando llegamos al parque, el
Bugatti de Steve se encontraba en el estacionamiento. Hay una multitud de
adolescentes con sus padres, parados y mirando boquiabiertos. Steve está en el
asiento del conductor, disfrutando de la atención. Me pregunto qué hará Dinah
con el auto cuando Steve esté en prisión. Probablemente se grabe arrojándolo
desde un acantilado hacia su feroz y costosa muerte.
“¿Qué crees que quiera?” pregunta
Sav. A pesar de que su tono neutro, puedo decir por su rigidez que se encuentra
incómoda.
Ya somos dos.
“Quien sabe.”
“¿No deberías llamar a tu papá?”
“No. Me diría que me mantenga
alejado.”
“¿Y eso es un mal consejo
porque?”
“Te invité a un picnic en el
parque. No vamos a permitir que Steve nos dirija.”
Dándole una leve sonrisa,
estaciono el Rover junto a un enorme Suburban y le hago un movimiento a Sav
para que espere mientras salgo y rodeo el frente de la camioneta para ayudarla
a salir. Cruzando el estacionamiento, espío a Steve saliendo de su propio
vehículo.
Él responde algunas preguntas sobre
su carro, señala a mi dirección, y se marcha dejando rostros decepcionados
detrás de él.
“¿Puedes tomar nuestro almuerzo?”
le pregunto a Sav.
“¿Realmente no vas a ver qué es
lo que quiere?”
“Nop.” No le voy a hacer esto
fácil a Steve. Estoy aquí para una cita con Sav. Él debe acomodarse a mí, no al
revés.
“La rutina de evadir nunca funcionó.
Créeme. Lo he intentado y nunca funcionó, no alrededor de la gente
persistente.” Ella sonríe levemente.
Una sonrisa reacia aparece en mis
labios porque sé que se refiere a mí. “Culpable de los cargos, pero espero que
eso sea lo único que tenga en común con Steve.”
Se supone que debe ser una broma,
pero nadie se está riendo. Steve mató a una mujer, por el amor de Dios. “¿Muy
pronto?” digo irónicamente.
Pero Steve está sobre nosotros
antes de que ella responda.
“Gideon, ¿cómo estás muchacho?”
levanta su cabeza. “¿Y quién es ella?”
“Savannah.” No me molesto por
presentarla apropiadamente, lo cual es una grave falta a los modales. Si mamá
estuviera aquí, me daría un lapo. De nuevo, si mamá estuviera aquí,
probablemente estaría recién salida de la cama de Steve ya que los dos
aparentemente tuvieron un affair a
espaldas de mi papá.
“Espera un segundo,” le digo a
Sav. “Voy a sacar el resto de las cosas de la maletera. Steve, si tienes algo
que pregúntame, hazlo ahora.”
Camino hacia la parte trasera del
Rover y agarro la polera extra, las bebidas, y un pequeño regalo que tengo para
Sav. Me perdí muchos cumpleaños y festividades, así que quiero hacer las paces
con ella.
“¿Por qué no damos un paseo?”
sugiere Steve. “No hay necesidad de involucrar a jovencitas inocentes en los
asuntos de la familia.” El dirige una mirada no muy inocente hacia Savannah.
Azoto la puerta y me paro al lado
de Savannah. “Lo que sea que quieras preguntar, Sav puede escuchar. No le
guardo secretos.”
Steve levanta las cejas. “Sabes,
cuando empecé a caminar no te había reconocido, señorita Montgomery.”
Sav pasa conscientemente una mano
sobre sus rizos. “Tal vez es por mi cabello. Solía lacearlo.” Su frente se
arruga. “No, es algo más.” Una sonrisa traviesa se estira por todo su rostro, “Tal
vez te confundí con alguien más.”
En ese momento me di cuenta que
él había visto las fotos. No sé si Dinah se las mostró o el rebusco en sus
cosas, pero él lo sabe. Él lo sabe y está visualizando a mi dulce Savannah sin
ropa.
Busco a tiendas mi billetera,
saco un billete de veinte, y se lo entrego a Sav. “Hay un puesto de comida
ahí.” Señalo a un pequeño edificio blanco. “¿Puedes comprarme un agua? Quería
pedir una botella en el restaurante, pero me olvidé.”
Sav se estira lentamente para
tomar el billete.
“Por favor,” agrego,
preguntándome qué tan desesperado sueno.
Ella me mira incómodamente y
luego a Steve. “Seguro,” dice, y finalmente se va.
Los ojos de Steve están pegados a
su espalda.
“Sigue mirando su culo y mi puño
estará en tu cara,” gruño.
Su expresión se queda en blanco
cuando se vuelve hacia mí. “Es un buen culo, me parece. Se ve más bonito cuando
no tiene nada que lo cubra.”
Dejo caer las cosas al suelo y
arrojo mi puño al aire, pero Steve lo atrapa antes de que pueda aterrizar en
cualquier lugar cerca de él.
“Creí que no le guardabas
secretos a tu chica, pero supongo que mentiste sobre eso. No te preocupes. Te
entiendo. Yo miento, también, para salvar a la gente de salir herida.” Él
suelta mi muñeca.
Lo golpeo. Es un golpe corto sin
mucha energía, pero me da una gran satisfacción ver que la cabeza se le cae a
un costado.
El rostro de Steve se endurece.
Él retrocede, sosteniendo su mandíbula. “Te lo dejaré pasar esta vez, chico,
pero golpéame de nuevo y tu chica recibirá el castigo.”
“¿Qué es lo que quieres?”
pregunto a través de mis dientes ajustados.
“Quiero que testifiques ante el
jurado. Sé lo que Dinah te ha hecho, chantajeándote para meterte en su cama.
Ella todavía te acecha, incluso aquí en State.
Testifica en mi juicio sobre cómo ella y Brooke conspiraron para dañar a tu
familia.
Preferiría comer una serpiente
entera que revelar estos secretos en la corte. “¿Por qué debería?”
Él encoge los hombros. “Porque
tengo un paquete lleno de fotografías de tu linda novia.”
Una ola de ira, rabia y
frustración me hace callar por un momento. “Ella tiene dieciocho,” digo
finalmente. “El estatuto de los cargos por pornografía infantil han pasado.”
Sus labios se mueven hacia
arriba. “¿Quién dijo algo sobre cargos criminales? Yo diría que la vergüenza pública
de tener un desnudo por todo el mundo para que cualquier idiota con internet
pueda verlo, supera a una pequeña condena por el sexting entre dos adolescentes
calientes.”
Lo golpearía de nuevo, pero por
el rabillo del ojo, veo a Sav acercándose.
“El reloj avanza,” dice Steve. Él,
también, ve a Savannah.
Quiero dejar el pasado atrás,
pero parece que no puedo. El camino se bifurca aquí. Una dirección, me arrastro
detrás de Steve, recolectando basura y tragando el veneno. Por el otro, me
sincero con Savannah, verla dolida otra vez, y tal vez nunca me vaya a perdonar
esa traición.
Incluso si no hubiera filtrado
las fotos intencionalmente, aún estaban en mi teléfono cuando Dinah lo tomó.
Debí haberlas borrado inmediatamente. Debí haber hecho algo para proteger a
Sav, pero testificar a favor de Steve no va a resolver ningún problema. Solo
crearían más. Lo sé ahora.
“No. No te voy a ayudar,” le
digo.
Sav se desliza a mi lado. Tomo su
suave y delicada mano con la mía.
“Lamento escuchar eso.” El mueve
su cabeza hacia Sav. “Gusto en conocerla, señorita Montgomery. Gideon, si
cambias de idea, ya sabes dónde encontrarme.”
Sintiéndome tenso, lo observé
marcharse. Se detuvo al final de mi Rover y dio una palmada sobre la puerta
trasera. Sin voltearse, dijo con una voz clara y fuerte, “Creo que debes comprar
nuevos neumáticos. Algunos que no hayan sufrido mucho desgaste.”
Corro detrás de él. Savannah
grita mi nombre, pero estoy demasiado lejos. Alcanzo a Steve en dos pasos,
agarro su hombro y giro alrededor de él. Golpeo mi puño sobre su boca. Sus
dientes chocan fuertemente sobre mis nudillos. Retrocedo para darle otro golpe,
solo para sentir dos pequeñas manos tirando de mi brazo.
“Detente. ¡Detente!” Savannah
llora.
Steve sacude su cabeza. La sangre
cae por el borde de su boca. “Te dije que solo tienes un tiro libre, muchacho.”
Extiendo los brazos. “Adelante,
viejo.”
Él retrocede y mueve un dedo
hacia mí. “Hay mejores maneras para hacer daño a alguien que dándole un golpe.
Hay algo que los chicos Royal aún no han aprendido. El Señor sabe que traté de
enseñarles, pero tomas demasiado de tu padre.” Él sonríe. “Tu madre sabía cómo
vengarse. Deberías tomar una lección de su libro.”
Quiero lanzarme sobre Steve y
golpear su rostro hasta que no quede nada más que una masa, pero Sav me tira
hacia atrás.
“Esto no está ayudando,” ella
murmura en advertencia.
Sus palabras cortan mi enojo. Eso
y la arrogancia de Steve. Probablemente tenga un policía en su bolsillo trasero
listo para acusarme de asalto. Luego tendrá otro motivo para estar colgado en
mi cabeza.
“Vámonos.” Tomo su mano.
Ella me sigue sin cuestionar.
Detrás de nosotros, puedo jurar que Steve está riendo, pero me obligo a seguir
adelante.
“Tengo algo que decirte,” digo
gravemente.
“Supongo que tiene que ver con
Steve.”
“Eres inteligente.” Ella hace una
pausa, luego confiesa, “Me estoy sintiendo muy angustiada en este momento.
¿Puedes decirme qué está pasando o tengo que vivir con mis teorías salvajes por
el resto del día?”.
Me agacho y agarro mi sudadera
del suelo. “Supongo que tengo dos opciones. Es una caminata de veinte minutos
hasta el lugar en el que creí que podríamos tener un buen almuerzo y pasar el
rato. O podemos sentarnos en el Rover.”
Ella mira a la derecha y luego a
la izquierda. “¿Qué tal si me dices aquí mismo? No hay nadie cerca.”
Miro alrededor y me doy cuenta
que lo que hay más cerca de nosotros es una campo de baseball. Los jugadores están
calentando, pero probablemente ninguno pueda oírnos. No es mi locación
preferida para una confesión de este tamaño—se siente muy abierto. O tal vez
estaría así de expuesto en cualquier lugar.”
Echo un largo vistazo al rostro
de Savannah. Hay preocupación en sus ojos, pero ella no tiene la expresión
tensa y de enojo que solía usar constantemente desde nuestro rompimiento.
Supongo que eso es lo que más
odio—que estoy arruinando su dura lucha por la paz.
Sofocando un suspiro, me recuesto
al lado del Rover y trato de hallar la mejor manera para confesarme. En mi
silencio, Savannah me saca de quicio.
“¿Es sobre los selfies que te
mandé y que Dinah encontró?”
“¿Qué?” la veo, completamente
estupefacto. “¿Lo sabías?”
La curva de su labio se eleva en
lo que se convierte una triste aproximación de una sonrisa. “¿Estabas tratando
de protegerme manteniéndolo en secreto?”
Sin palabras, asiento.
Ella abraza su pecho con sus
brazos. “Bueno, eso es algo, supongo. Por mucho tiempo, pensé que se las habías
enseñado y así fue cómo las obtuvo.”
Maldigo. “¿Estás bromeando? No se
las enseñé a nadie. Ella las tomó de mí.”
Sav inclina su cabeza y me
estudia por un largo, largo momento. Ella debió llegar a una conclusión, porque
asiente y dice, “Uní las piezas después de que Ella me suplicara que no dijera
nada sobre ellas.”
“Espera, ¿Ella sabe sobre las
fotos?” Entontes empiezo a atar cabos. “¿Por qué me sorprendo? Por supuesto que
Reed se lo dijo.” Frunzo el ceño. “Pero…¿Cómo Ella sabía que tu sabías?”
“¿No te hablas con Ella?”
Pequeñas arrugas aparecen en las esquinas de sus ojos azules, como si ese
estuviera burlando de mi ignorancia.
No me ofendo. Ella puede reírse
de mí todo lo que quiera. “No realmente. Parece que es más problemática de lo
que vale.” Realmente, Ella siempre me ha llevado por el camino equivocado. Ella
entró valientemente a mi casa y retorció las entrañas de mis hermanos en un
pretzel.
“Reed me arrinconó en la escuela
un día y me dijo que estaba equivocada sobre ti,” dijo Sav. “Que nunca hiciste
nada para herirme. Y estúpidamente dije que si no hubieras querido herirme,
hubieras mantenido nuestras cosas privadas en privado.”
Dejo salir el suspiro que estaba
aguantando. “Y él debió haber deducido de que estaban hablando de las fotos,
porque le conté sobre la amenaza de Dinah cuando me enteré de que estaba
durmiendo con Brooke.”
“Es un desastre,” dice ella con
un suspiro. “¿Lo que no entiendo es por qué mantuviste la boca cerrada? ¿Por qué
no viniste a mí? Creí que me odiabas. Que te estabas riendo de mí a mis
espaldas.”
Ella se traba y baja su mirada
hacia sus pies. La miseria se arrastra hasta mi garganta. “No quería que vayas
a la cárcel por enviarme esas fotografías. Debí haberlas borrado. En cambio,
las guarde. Todas. Me sentí culpable y estúpido y dejé que Dinah me manipulara.
Lo siento. Dios, jodidamente lo siento.”
No necesito ver su rostro para
saber que hay lágrimas en sus ojos. Puedo oírlas en su voz. “Steve las vio, ¿no
es cierto? ¿De eso era lo que estaba hablando cuando dijo que no deberías usar
algo desgastado?”
“Sí.”
Una lágrima se filtra por debajo
de sus párpados cerrados.
“Lo siento.” Hay alguna otras dos
palabras más inadecuadas que lo siento.
“¿Cómo las vio?”
“No lo sé. No sabía que las había
visto hasta el día de hoy. Él me pregunto si testificaría a su favor. A cambio,
el no publicaría tus fotos en internet.”
El sonido que proviene de la
garganta de Sav es desgarrador. Dos lágrimas más siguen a la primera.
La alcanzo y froto sus hombros.
Respiro de alivio cuando no se aleja. Ella toma un par de respiraciones
calmadas y profundas antes de enderezarse.
Ella sonríe, una temblorosa y
tímida sonrisa. “Debí haber dejado que lo golpearas.”
“Sip.”
Ella deja salir una pequeña risa.
Su expresión muestra tristeza y frustración, pero no siento que esté dirigida hacia
mi.
“¿Por qué no estas molesta
conmigo?” pregunto.
“¿Compartiste esas fotos con
Steve?”
“No.” Nunca le dije a Reed que me
las envió hasta que él me exigió saber por qué estaba durmiendo con Dinah. Su
chantaje salió a la luz en una confesión borracha y confusa.
“Ok, entonces. No voy a culparte
por no ser cuidadoso con tu celular cuando yo no fui cuidadosa al enviártelas.”
Sav me alcanza para tomar mi mano—no para alejarme, sino para acercarme.
“Además, estoy cansada de estar molesta todo el tiempo.”
El alivio que siento es tan
abrumador, quiero recostarme. Pero no tenemos tiempo para eso. Steve es
peligroso, pero hay una solución, otra además de la que Steve propone. “Voy a
testificar si quieres, pero él va a mantener esto sobre nuestras mentes para
siempre.”
Ella me mira. “¿Tienes otro
plan?”
“Sí.”
Y luego le digo cuál es.
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