CAPÍTULO 13
Savannah
Hace tres años
“Se supone que los cambios de
imagen deben darte más seguridad, no menos,” mi hermana comenta sobre mi
hombro.
Cierro el teléfono de golpe y lo
pongo boca abajo. “¿Qué se supone que significa eso?”
“Significa que todo lo que
tuviste que pasar durante el verano—los tratamientos de keratina, las lecciones
de maquillaje, la revisión de vestuario—fue para hacerte ver que ya eras
genial, no para hacerte sentir insegura porque un chico tonto no te responde
los mensajes.” Con esa advertencia, Shea se sienta sobre la silla al lado de mi
escritorio y pretende estar interesada en lo que sea que se encuentre en la
pantalla de su celular. Digo que pretende porque es obvio que está en mi
habitación para agobiarme.
“Él no es tonto,” balbuceo.
“Lo es si no se da cuenta de lo
asombrosa que eres.”
“Está teniendo problemas en
casa,” le digo, pero las palabras de Shea me hicieron sentir pequeña e inflada
al mismo tiempo.
“Como si cualquier persona de
nuestra edad no tuviera problemas en casa,” se burla.
Agarro mi mouse y regreso mi
atención al video que estaba editando antes de que me fijara si el chico tonto
me escribió. “Él me aprecia. Me da flores en la escuela. Sostiene mi mano en el
pasillo, lo cual es más de lo que otros chicos hacen. Mira a Bibby Harthan. Su
novio prácticamente corre hacia el otro lado para evitar cualquier muestra de
cariño en público.”
“No estamos hablando de Bibby y
el idiota de su novio. Estamos hablando de ti y el idiota de tu novio.”
Empujo el mouse a un lado. No
puedo concentrarme con Shea aquí mirándome. “Tú fuiste quien me dijo que si
quería a Gideon, tendría que cambiar. Tú fuiste quien me dijo que mi gusto en
ropa apestaba y que mi cabello parecía un hogar para mapaches.”
“¿Y? Eso no significa que tienes
que tumbarte al suelo y ser la alfombra por la que él camina.” Ella pone su
celular a un lado y se inclina hacia adelante. La expresión seria en su rostro
envía una punzada de culpa a través de mí. “No me gusta quién eres con Gideon,”
ella continua. “Extraño a la antigua Savannah. La que le respondió al chico que
le dijo que corre como una niña, que debería ponerse los zapatos porque estaba
a punto de ver que tan rápido podía correr una chica y que tan duro podía
golpear.”
“Estaba en la escuela media
cuando eso sucedió.” Pero…como ella dice, siento una sensación de anhelo. Ella
tiene razón—yo solía ser más confiada. Yo era la que daba ideas sobre qué hacer
y dónde ir. Yo era quien les decía a los chicos que se callen porque estaban siendo
muy ruidosos y nos daban dolor de cabeza durante los viajes de estudio. Nunca
fui la chica que estaba junto a su teléfono, esperando y rezando para que
recibiera un mensaje de texto.
“Fue el año pasado”.
La culpa florece dentro de mi
estómago, llenándolo. Me muevo incómoda sobre mi silla. “Soy la misma persona,”
mantengo. “Sólo que más suave. Más refinada.”
“Más aburrida. Más sosa.”
“Estás celosa,” le digo de
vuelta. Tan pronto como las palabras salen, quiero volver a meterlas en mi
boca, pero es muy tarde.
Shea coge su teléfono y se para.
“Siento lástima por ti, Sav. Esto no va a terminar bien.”
Sus palabras limpian mi
arrepentimiento, y replico, “Aún hay otros cuatro hermanos Royal. Consíguete el
tuyo y luego hablamos.”
Ella hace un gesto obsceno mientras
camina fuera de la habitación.
Dejo caer mi cabeza sobre el
escritorio. Me estoy convirtiendo en una persona que no me gusta. No es de
extrañar que Shea esté decepcionada de mí. Pero no es culpa de Gideon. Es mía.
Soy una estudiante de décimo grado, saliendo con el senior más popular de la
escuela. Por supuesto que tengo problemas de confianza. Cada vez que lo miro y
veo su rostro sonriéndome, me pregunto qué demonios está haciendo conmigo.
No voy a ser una mocosa inmadura
y exigente que quiere tener a su novio a su entera disposición. Eso no termina
bien, tampoco. Jordan, por ejemplo, es preciosa. Tiene a los chicos haciendo
estupideces por ella todo el tiempo. Pero ella tampoco puede mantener a un
chico. Ellos se cansan de tener que hacer
lo que ella quiere, cuando lo quiere.
¿Está realmente mal que sea
comprensiva cuando la familia de Gideon lo necesita? Yo no lo creo. Lo que
necesito es dejar de obsesionarme por las cosas que Gid hace cada segundo del
día y ser más independiente.
Regreso a la computadora y vuelvo
a concentrarme en el video que estaba editando. Me siento tan absorta en mi
trabajo que paso toda una hora sin revisar mi teléfono. De hecho, es una
llamada la que capta mi atención.
Ansiosamente, lo recojo. Mi
corazón se hunde cuando ve que no es Gideon.
“Hola Francine.”
“¿Ya terminaste?” pregunta sin
siquiera decir hola.
“Casi.” He estado editando una
cinta de las porristas para ella. Ella va a enviarla como una audición para el
equipo de baile de la universidad a la que quiere asistir el próximo otoño.
“Quiero verlo.”
“Te lo enviaré.”
“No, trae tu laptop. Ya sabes
como soy.”
Ruedo mis ojos. La chica apenas
puede utilizar su celular. Ella está constantemente enviando mensajes
vergonzosos al chat grupal, pensando que los envía a su novio.
Estaba por decir sí, pero luego
recuerdo las palabras de Shea acerca de cómo dejo que las personas—bueno,
Gideon específicamente— caminen sobre mí. Tal vez no sea capaz de decirle no a
Gideon, pero no hay razón para que no pueda empezar a defenderme a mí misma
frente a los demás. Al menos puedo enseñarle a Shea que no soy un felpudo todo
el tiempo.
“¿Por qué no vienes tu aquí? De
esa manera, si necesitamos realizar algunos cambios, puedo hacerlos en mi
computadora. Sería más fácil.”
“Oh, eso creo,” reconoce
descortésmente. “Acabo de pintarme las uñas así que necesito esperar veinte
minutos antes de que pueda tocar cualquier cosa.”
“Siempre que quieras venir,
estaré aquí.”
Hay una pausa de silencio y
luego, “¿Oh, no Gideon, hmmm?”
“Está ocupado,” digo rígidamente.
“Claro que lo está. Te veo más
tarde. Bye bye, Savannah.”
Frunzo el ceño al teléfono. “Está ocupado, idiota.”
Pero Francine ya había colgado.
Ella llega una hora después. Shea no está, así que termino mostrándole el video
a Francine yo misma.
“¡Oh, esto está muy bueno”” ella
exclama, sus ojo se abren con sorpresa.
“¿Pensabas que iba a ser
terrible?”
Ella encoge los hombros
delicadamente. “Uno nunca sabe. Quiero decir, eres super joven y todo. Y grabaste
todo con tu celular. Podría haber resultado terrible.”
“¿Por qué me pediste que hiciera
esto por ti si pensabas que iba a ser horrible?”
“Nadie más estaba interesado.”
Ella ni siquiera me mira cuando dice eso. “¿Cómo puedo llevarlo a la
universidad?”
Wow, ¿Shea está en lo correcto?
¿Me he convertido en una chica sumisa que hace una mierda por las personas que
ni siquiera la aprecian?
“Lo colocas en un dispositivo de
almacenamiento y se lo envías. O tal vez hay un lugar para que puedas cargarlo.”
Saco un usb barato de mi escritorio y lo meto en la ranura de la computadora.
Dos clics y el video está copiado. Lo expulso y se lo entrego a Francine. “Aquí
tienes.”
“¿Qué es esto?” Ella gira el
pequeño artículo sobre sus manos como si se tratara de una especie de objeto
extraño.
“Es tu video.”
Ella me lo devuelve. “Yo no sé
qué hacer con esto. Tu súbelo.”
La miro boquiabierta.
Ella lo interpreta como una señal
para seguir presionando. “Es Rosemont College.” Ella hace un movimiento de
espanto con su mano. “Ve y búscalo. Estoy segura que debe haber instrucciones
en alguna parte del sitio web.”
Eso es todo. La alcanzo y tomo su
mano. Suelto el dispositivo sobre la palma de su mano y la doblo hasta
cerrarla. “Tú puedes hacerlo, Francine. Creo en ti”
Una pequeña arruga se rompe sobre
su frente. “En verdad no sé cómo hacerlo.”
“Entonces pídele a tu hermano que
te ayude.”
“Tiene diez.”
“Probablemente él haya descargado
más basura de la que puedas imaginar.” Yo sé que a los diez, ya estaba subiendo
videos. Eran terribles, pero sabía cómo hacerlo.
“Está bien.” Abre su bolso y deja
caer la memoria dentro.
Le dirijo una mirada hacia la
puerta como una obvia señal para que se vaya, pero no se mueve. Es como si sus
zapatos Prada estuvieran atascados en el tapete.
“¿Qué?” le pregunto impacientemente.
“¿Tomas fotografías?”
“¿Qué si tomo qué?”
“Fotos.” Francine simula estar
tomando una fotografía.
“¿Tomo fotografías?” me siento
tonta en este momento.
“Sí, fotos. Quiero hacer un álbum
de fotos especial para Torin. ¿Tal vez incluso un video?” Ella parpadea
rápidamente.
Ella está…¿agitando sus pestañas
hacia mí? Dios, ella es extraña. Todos los amigos de Shea lo son. “¿Qué tipo de
fotos?” Tengo la sensación de que ya lo sé.
Ella sonríe, pero da miedo aunque
no sea lo que pretenda. “Tú sabes. Privadas.”
Retrocedo. Podría ser fácil, pero
incluso yo tengo límites. “No. Absolutamente no.”
Su labio inferior sobresale. Estoy
segura que el puchero y el agitar las pestañas funciona en Torin, pero tienen
cero efecto sobre mí. “¿Por qué no? Eres buena en esto.” Ella agita una mano
hacia mi computadora. “Harías un excelente video. Y yo soy terrible tomando
selfies. Mi brazo siempre se interpone en el camino.”
“Usa el temporizador.” Camino y
abro la puerta.
“¿El temporizador?” Ella se mueve
una pulgada.
“Sí, el temporizador.” Mierda.
Ella no se irá hasta que le muestre. Agarro el teléfono de mi escritorio y lo
sostengo frente a ella. “¿Ves el pequeño reloj? Tócalo y tendrás diez segundos
para tomar la foto.”
“¡Oh, muéstrame!” Ella salta de
arriba abajo como si fuera una niña.
Apretando mis dientes, apilo unos
cuantos libros y coloco el celular encima. Selecciono el temporizador y regreso
a pararme al lado de Francine. Los segundos acaban, se toma la foto, y regreso
al escritorio y recupero mi teléfono.
“¿Ves?” Deslizo a través de las
fotos, olvidando que no había borrado la que le había enviado a Gideon. Bajé el
teléfono rápidamente, pero no antes de que Francine la viera.
“Seguiste mi consejo, ya veo.”
Ella sonríe. “Y la tuya se ve mucho mejor que la mía. El temporizador, ¿huh?”
Mis mejillas están quemando,
asiento con la cabeza. Finalmente, ella empieza a caminar hacia la puerta.
“No te avergüences,
Savannah. Una chica tiene que hacer lo que una chica tiene que hacer para mantener
a su hombre. Las fotos que yo le envío a Torin significan que el chico nunca se
queda hambriento. Él no está buscando comer en otro lado. ¿Entiendes lo que
digo?”
Asiento la
cabeza débilmente.
Ella me da un
saludo de miss mientras se va. “No tienes que acompañarme a la salida. Nos
vemos después. Hola, Shea.”
No puedo creer
que no haya borrado la foto. Tampoco puedo creer que Francine la viera. Ugh.
Supuse que le iba a decir algo a mi hermana. Sorprendentemente, cuando Shea
aparece en mi habitación unos minutos después, ella no lo menciona.
“¿Quieres comer
algo?” es todo lo que dice.
Asentí
ansiosamente. “¿Podemos comer pizza? Estoy muriendo por una.”
Shea no come
pizza comúnmente. Muchos carbohidratos, pero debe sentir lástima por mi o es su
manera de disculparse porque ella encoje los hombros y dice, “Claro, pero debe
ser una margarita y también podríamos irnos y acompañarla con un refresco.”
“¡Yay!” levanto
mis manos en el aire a manera de celebración.
“Pequeña tonta,”
ella me reprende, pero hay una sonrisa en su rostro.
“Voy por mi
bolso.” Salto a mi escritorio para coger mis cosas cuando mi teléfono suena.
Probablemente es Francine queriendo más información sobre cómo conseguir el
video para su universidad. ¿Pero sabes qué? No lo voy a hacer. Ya pase horas editando
esa audición. Ella puede descubrir el resto. Ves Shea, no soy la persona fácil de convencer que crees que soy.
En lugar de
Francine, pienso, está el hermoso rostro de Gid en la pantalla. Deslizo el dedo
ansiosamente. Sobre mi hombro, escucho un suspiro—Shea debió haber visto quien
llamó.
Giro mi espalda
y contesto con una suave voz. “Hola.”
“Hola, nena,” me
saluda. “¿Quieres que nos encontremos? Tengo un poco de tiempo antes de la
práctica de natación.”
Puedo sentir la
respiración de Shea por mi cuello. “Seguro. ¿Quieres comer algo?” Mi estómago
retumba con anticipación.
“No quiero comer
antes de la práctica, pero si tú quieres, hago una excepción.”
“No. No. No
tengo hambre,” miento. “¿Debería ir?”
“Sin
personalidad,” Shea rechifla detrás de mí.
“Nah. ¿Por qué no
nos encontramos en Astor en quince minutos?”
“Claro,” digo y
luego cuelgo. Estoy demasiado avergonzada como para mirar a Shea a los ojos y
decirle. “Voy a pasar la cena de esta noche.”
Mi hermana me
mira con algo parecido a la lástima. “Uno de estos días, te vas a arrepentir de
saltar ante cada orden de los Royal.” Shea suspira derrotada. “Pero supongo que
tendrás que aprender la lección por ti misma.”
“Eso creo,”
murmuro, y luego agarro mi bolso y huyo.
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