sábado, 10 de marzo de 2018

Tarnished Crown (Erin Watt) En español - Capítulo 9


Gideon

Hace tres años

“Demonios, Sav. No puedo ir ahora. No te estoy ignorando, pero tengo algunas cosas con qué lidiar aquí. ¿No puedes dejarlo así?” Aprieto el teléfono en mi puño. ¿Por qué no puede entender que si pudiera, estaría con ella? Como si pasar el tiempo con mis cuatro escandalosos y odiosos hermanos menores fuera mejor que estar acostado sobre el dulce aroma del dormitorio de Sav, bajo las cortinas transparentes que están envueltas alrededor de su cabecera.

Pero mamá se fue a otra de sus fiestas y no puedo dejar que se lleve a Easton. Reed y yo estamos tratando de dejar al niño limpio. Pero si lo dejamos solo otra vez, ella lo manipulará para que le compre más píldoras.
“Lo siento. No quería hacerte enfadar.”

La innecesaria disculpa de Savannah me rompe por dentro. Quiero gritar la larga lista de cada maldita cosa que está mal en esta casa, pero lucho contra el impulso hasta que esas grietas estén cubiertas y selladas.

“No es nada,” miento. “Solo voy a jugar videojuegos con mis hermanos.”

“Videojuegos. Vas a jugar videojuegos con tus hermanos en lugar de salir conmigo. ¿Estoy escuchando bien?”

Le doy una tensa sonrisa. “Sí, suena loco, pero olvidé que le prometí a Easton que jugaríamos.”

“¿Quieres que hable con ella?” Susurra Dinah detrás de mí, solo que no suena realmente como un susurro. Cubro el altavoz del teléfono, pero ya es muy tarde.

“¿Quién está ahí?” pregunta Sav.

“Nadie.” Le hago un gesto de enojo para que Dinah se fuera. Dinah solo rueda sus ojos.

Sav no responde inmediatamente. Sabe que estoy mintiendo. Sé que lo sabe, sin embargo, permanezco en silencio. Su aceptación a mi comportamiento de mierda me enoja irracionalmente. Grítame, murmuro en silencio. Rétame por mi gilipollez.

Como era de esperarse, no lo hace.

“Está bien, Gideon. Llámame cuando tengas tiempo.”

“Nos vemos, Sav.”

“Te amo,” dice, sin percatarse que está clavando el cuchillo aún más adentro.

Ahogo las mismas palabras en respuesta y luego cuelgo. Presiono el borde del teléfono sobre mi cabeza, clavando el rígido estuche en mi sien como si la presión fuera a quitarme el dolor de cabeza que me está dando.

“Estás haciendo lo correcto,” me dice Dinah. “Si arrastras a esa dulce e inocente niña a este desastre, la vas a hacer sentir responsable de alguna manera, y se añadirá a tu dura carga.”

“Me importa una mierda esa llamada carga,” murmuro. El espacio entre mis omóplatos empieza a picar. No me siento muy cómodo de tener a Dinah muy cerca de mí, pero esa mujer no conoce de límites. Ella siempre invade mi espacio.

Dinah estira su brazo alrededor de mis hombros, dejando sus dedos colgando sobre mi pectoral izquierdo. “La mejor manera de protegerla del sufrimiento es alejándola. Es un acto de desprendimiento, Gideon. Algo que solo unas cuantas personas estarían dispuestan a hacer. Te admiro mucho por eso.”

“No deberías. Me siento como un gran pila de mierda de perro en estos momentos.”

Sus uñas chocan contra mi pecho. “No deberías. Y un día, pronto le explicarás todo esto y ella se lamentará por haber estado enfadada contigo, siquiera por un segundo.”

“El problema es que ella no está enfadada.” Guardo mi celular en mi bolsillo. “Ella está aceptando todo esto y eso hace que todo sea peor”.

Dinah chasquea la lengua y se acerca aún más. “Es porque es joven. ¿Cuántos años dijiste que tenía?”

Llevo mi peso a un costado y trato de alejarme. Luego me pregunto cuánto debo confesar. Cuando Sav y yo empezamos a salir, estúpidamente asumí que tenía dieciséis. Pero no. Ella no cumplirá los dieciséis hasta el mes siguiente, lo que significa, técnicamente, que ella es una jailbait[1] desde que cumplí los dieciocho en agosto. Pero es Dinah, y ella no va a delatarme. Después de todo, hay secretos más grandes y mejores en la familia Royal de los cuales puede parlotear.

“Tiene quince. Cumplirá dieciséis en diciembre.”

Dinah pone los ojos en blanco antes de que una maliciosa sonrisa apareciera en su rostro. “Por qué, Gideon, no tenía idea de que te gustara lo prohibido.”

“No me gusta.” Frunzo el ceño. “Pensé que era mayor.”

“Claro que sí,” dice con una voz cantarina. “No te preocupes, asaltacunas. Yo te cubro la espalda. Ni una palabra a nadie.” Ella desliza dos dedos sobre sus labios.

“Te lo agradezco,” le digo, y me muevo nuevamente para dejar más espacio entre su cuerpo y el mío.

Dinah solo rompe la distancia. Su toque siempre llega a mi espalda. No se siente bien, pero no sé cómo decirle que se detenga. Ella quiere saber por qué, y yo no tengo una respuesta concreta —solo un sentimiento de que su contacto físico no le caería bien a Savannah. ¿Pero cómo hago notar que el pecho de Dinah está rozando mi brazo si ser rudo?

Además, esta especie de contacto no significa nada para Dinah. Ella está tratando de ayudarme. Me he dado cuenta que es del tipo sentimental, y no voy a ofenderla actuando como un niño inmaduro para resistir un beso en la mejilla de una figura materna.

“Siempre estaré para ti, Gideon,” murmura Dinah, sus labios casi rozan el lóbulo de mi oído.

Yo sé que ella no trata de sonar sugestiva, pero a veces así es como mi cerebro de lagarto lo interpreta. “Gracias. Creo que voy a ver qué es lo que hay para cenar.” Sin esperar por una respuesta, me doy a mí mismo una bofetada interna en la cara y me dirijo a la cocina.
Sandra está ocupada cortando las cebollas en el centro de la isla. Hay dos ollas en la estufa, y el olor que invade la cocina es increíble. Mi estómago gruñe.

“¿Qué tenemos para hoy?” pregunto, deslizándome hasta el mostrador.

“Pollo parmesano.”

“Genial. Les avisaré a los chicos. ¿Dentro de cuánto tiempo deberíamos bajar?”

“Cuarenta minutos,” dice.

“Extraordinario. Eres la mejor, Sandy.” Le doy a la ama de llaves un abrazo con un brazo antes de dirigirme de regreso a las escaleras.

Pongo un pie sobre el escalón cuando Sandra despeja su garganta.

“¿Si?” miro por encima de mi hombro.

Ella titubea y luego dice, “¿La señora Dinah se nos unirá?”

“¿Ella come?” bromeo. Dinah es delgada como un riel. No veo muchas cosas entrar a su boca a excepción del Skinny Vodka.

“Últimamente he estado cocinando más para esa mujer de lo que he hecho para la señora María,” se queja Sandra. “Estaba preocupada.”

¿De qué? ¿De qué mamá no comiera mucho su comida o que Dinah comiera mucho de ella? Pero preguntar sería como preguntarle a alguien que cartucho de dinamita quisiera encender primero. Ambas preguntas terminarán en un llanto innecesario.

“Ella está tratando de ayudar,” digo defendiendo a Dinah. Ella fue quien trajo al doctor Whitlock cuando le mencioné que me preocupaba el hecho de llevar a mamá al hospital. Mamá hubiera odiado que todos supieran acerca de su condición.

“¿Así es como lo llamamos estos días?” Sandra murmura.

Ya que no tengo idea de lo que ella quiere decir, lo dejo pasar. Pero arriba de las escaleras, me pregunto. ¿El resto de la gente que me ve interactuar con Dinah piensa que hay algo entre nosotros? No, por supuesto que no, me aseguro a mí mismo. La mujer es casi una década mayor que yo. Además, para efectos prácticos, Steve es mi tío y eso convierte a Dinah en mi tía. Ella no es nada más que una gentil pariente mayor que está tratando de ayudar a la familia a sobrellevar un difícil momento.

Últimamente, creo en Dinah. Contarle a Sav todo lo que está pasando en esta casa le causaría úlceras a la pobre chica. Es mejor que por ahora mantenga esto guardado para mí. Una vez que le se solucioné el asunto, le confesaré todo. Es mejor pedir perdón que pedir permiso, ¿verdad?
Sí.



[1] Menor con la que el mantener relaciones sexuales está penado.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Instagram

Entradas Populares