domingo, 12 de noviembre de 2017

Tarnished Crown (Erin Watt) En español - Capítulo 6




CAPÍTULO 6

Gideon

Hace 3 años


“Lo siento,” dice Reed tan pronto como yo le cierro la puerta a Savannah.
“¿Cuál es la emergencia?” le pregunto secamente. Después de esta noche, sería un hombre afortunado si Sav me hablara otra vez,  y mucho más si me deja poner un dedo sobre su perfecto cuerpo.
“Mamá. ¿Qué más? Tenía a los gemelos fuera de su alcance, pero Easton vino a casa.”
“Oh, maldita sea.” Pero eso no era más de lo que esperaba cuando contesté la llamada de mi hermano. “¿Dónde están ellos?”
“En la suite de mamá. Ella acorraló a los gemelos en la sala de cine, pero Easton fue capaz de llevarla arriba. Yo puedo encargarme de ella, si tu prefieres estar con los gemelos,” se ofrece.
“Yo me encargo de esto.” Lo empuje en dirección a nuestra ala, que es donde, asumo, los gemelos se encuentran. Mis hermanos pequeños no necesitan ver esta mierda. Demonios, ninguno de nosotros la necesita, pero Reed y yo somos los mayores. Estamos aquí para proteger a los demás, desde que nuestro viejo se olvidó de nosotros. Hablando de nuestro padre ausente, pregunto, “¿Llamaste a papá?”
“Por supuesto. Tío Steve contestó y dijo que papá estaba en una ‘reunión’.” Reed hace un gesto de comillas con sus dedos.
“Entiendo.” En otras palabras, papá estaba desvistiendo a alguna ramera y no podía contestar.
Subí las escaleras de dos en dos. Tal vez pueda arreglar todo esto en los siguientes treinta minutos y luego arrastrar mi trasero donde Sav. Podemos ver una película en su casa. O podemos ir a otro lugar. Sé instintivamente que mientras menos tiempo pase, tengo más posibilidades de que me perdone.

Un mal presentimiento se arrastra sobre mí en el momento en el que llego a lo alto de las escaleras. El llanto de mamá se puede escuchar desde el pasillo. Me detengo afuera de la puerta doble y tomo un tenso aliento antes de entrar.
Encuentro a mamá de espaldas a mí, sentada en el sofá en frente de las puertas francesas. Las ventanas están abiertas y el cuarto está helado. Un rápido vistazo del cuarto revela dos botellas vacías en su vestidor. Cruzo la habitación y descubro a  Easton sentado en el piso junto a sus pies. Hay otra botella entre sus piernas, pero no es el licor lo que me preocupa. Es su inusual tranquilidad. Supongo que está borracho.
“Gideon, cariño,” mamá llora. Levanta una copa de vino medio llena en mi dirección. “Estás aquí.”
“Estoy aquí,” digo, agarrando la copa antes de que derrame su contenido sobre la cabeza inclinada de mi hermano.
“No cierres las puertas,” me dice mientras muevo las cortinas de seda fuera del alcance de las manijas. “Está muy cargado aquí dentro.”
“Vas a coger un resfriado,” le respondo y cierro las puertas de todas maneras.
Ella hace un puchero. “Easton y yo estábamos disfrutando del sonido del océano. Tan tranquilo, ¿no crees?”
No tengo idea a quién le está preguntando, pero Easton está demasiado ido para contestar. Tiro de su barbilla hacia arriba y tengo una buena vista de su rostro. Sus pupilas están del tamaño de una moneda.
“Pondré un poco de música para ti.” 
Recojo el control del cuarto y pongo algo de música relajante.  “Quiero escuchar el océano,” ella se queja. “El verdadero. No sonidos falsos. No quiero nada falso aquí.”
Ignorándola, regreso al sofá y me agacho donde Easton. “¿Estás bien?” El rueda la cabeza hacia a mí y me da una breve y descuidada sonrisa. “Hermano.” Mi corazón se encoje. Esto está muy mal. “Dame un segundo y te sacaré de aquí”.
Sus ojos vidriosos no pueden registrar mucho del todo.
“Mamá, Easton necesita irse,” le digo.
“Pero no quiero estar sola.” Sus delgados dedos agarran mi muñeca. Podría liberarme fácilmente, pero su fragilidad me sostiene más fuerte que cualquier cuerda.
Estos últimos meses, ella la ha estado pasando muy duro. Bebiendo más, tomando más pastillas. Mientras tanto, papá afuera haciendo quién sabe qué, dejándonos a nosotros a cargo de mamá.
Cuidadosamente, suelto su mano. “Lo sé. Yo voy a estar aquí.” Lo que significa que no podré ver a Sav esta noche.
“Todos nos quedaremos. Tú, yo y el querido Easton.” Su mano cae sobre la cabeza de Easton. Él se estremece levemente.
“Él tiene tarea.” Ella le toma mucha importancia a la escuela y odia cuando nos la saltamos. O solía odiarlo antes de que se pierda dentro de su mente. Sin esperar respuesta, pongo a Easton de pie. Él está ganando bastante músculo sobre su cuerpo delgado y ya no es tan fácil arrastrarlo como lo era hace un año. “Vamos, hermano bebé.”
Murmura un suave gracias mezclado con las protestas de mamá. Con uno de sus brazos colgados sobre mi hombro, lo arrastro hacia afuera y lo llevo a su habitación. Es un desastre. Hay ropas y libros en el suelo. La puerta de su mini bar está abierta y la televisión está a todo volumen.
“Mierda, está muy ruidoso.” Lleva una mano a su oreja.
Dejo caer al niño en su cama y camino hacia el televisor para apagarlo manualmente. No tengo idea dónde está escondido el control remoto. Luego, le quito los zapatos a Easton y lo desvisto. Él está tan fuera de sí que no pone resistencia. Gracias a Dios por estos pequeños favores. Lo meto bajo sus sábanas y salgo de la habitación.
En el puente que separa la habitación de los niños con la suite de papá y mamá, me detengo y miro las escaleras. La urgencia de huir recorre sobre mí. Podría tomar las llaves de mi carro y escapar de aquí. Ir al otro lado del país, perderme en el bosque o en las montañas. Cualquier lugar para perder parte de la responsabilidad de esta familia que pesa sobre mí como un manto de hierro.
Pero esa no es una opción. No puedo dejar a mis hermanos.
Me doy a mí mismo una bofetada interna. Después de esta noche, voy a conseguir algo de ayuda para mamá y Easton. Debe haber algún doctor que pueda contratar para que venga a casa a tratar lo que sea que tengan.
Depresión, supongo.
Cuando regreso al cuarto de mamá, ella seguía en el sofá, mirando a las cortinas cerradas.
“¿Por qué no tratas de dormir un poco?” le sugiero, oscureciendo las luces antes de cruzar la habitación para llegar a ella.
“No puedo dormir si tu padre no está aquí.”
“Claro que puedes.” Deslizo mis brazos por debajo de ella y gentilmente la llevo hacia su cama.
“¿Sabes algo sobre él? Tu padre, quiero decir” pregunta.
“No, señora.”
“Por favor no me dejes,” me suplica. “No puedo estar sola esta noche.”
Las lágrimas se filtran de sus ojos. La agitación en mi barriga se intensifica.
Me esfuerzo por encontrar las palabras correctas para que deje de llorar. “Él te ama. Está ocupado porque nos quiere ofrecer lo mejor.”
“¿Los negocios son más importante que yo? ¿Qué su familia?”
“No lo es.” Al no saber qué decir, las lágrimas y la culpa siguen viniendo. Arrastro una silla hasta la cama y saco celular. Mientras ella divaga, le mando un mensaje a Sav.
Siento lo de hace un rato. Cosas de familia. Te veo en la mañana. Hagamos algo mañana en la noche. ¿Ok?
Como era de esperar, ella no respondió. Recuesto mi cabeza sobre mis manos y espero a que mamá se duerma. Por lo ebria que está, tardará demasiado tiempo en perder el conocimiento. Finalmente, a eso de las dos y las tres, los quejidos lastimeros y desconsolados son reemplazados por un suave ronquido. Llevo mi cansado trasero hacia mi cuarto y me duermo inmediatamente.

Me despierto unas cuantas horas más tarde por el chirrido de mi celular. La aplicación de seguridad me alerta que hay alguien en la puerta principal. Un poco atontado, pongo la cámara de seguridad. La cámara de la puerta principal muestra a la esposa de mi tío Steve en la parte frontal. Hecho un brazo sobre mi cabeza. Increíble. Justo lo que necesitaba. Otra distracción femenina.
Me obligo a levantarme de la cama. Estoy usando los mismos jeans y la camiseta de ayer. Necesito tomar un baño y afeitarme, pero primero, supongo que debo descubrir que es lo que Dinah O’Halloran quiere.
“Buenos días, señora,” digo mientras abro la puerta. Dinah aparece, oliendo a flores frescas. Su cabello rubio sale volando como una cortina de seda detrás de ella. Puedo ver por qué Steve se casó con ella. Es preciosa como cualquier modelo, pero hay algo que me pone nervioso a pesar del hecho de que ella no ha sido más que decente para con nosotros. A pesar de eso, a mamá no le gusta. Tal vez yo he permitido que eso influya en mí.
“Steve se contactó conmigo esta mañana y dijo que tu madre lo llamo muchas veces anoche. Me pidió que venga a ver cómo están todos ustedes.”
Instantáneamente, mi espalda se endureció. El desastre de los Royal debería ser atendido solo por los Royals y nadie más. “Estamos bien.”
Dinah sacude su cabeza. “No tienes que pretender conmigo. Somos prácticamente una familia.” Palmea mi mejilla antes de adentrarse en lo profundo de la casa.
Cierro la puerta y voy detrás de ella. No quiero que vea a mamá, lo que significa que Dinah debe quedarse en el primer piso. “Um, ¿Quieres algo de comer o beber?”
“Oh, cariño, yo puedo atenderme a mí misma. De hecho, ¿por qué no haces el desayuno para ti y tus hermanos? ¿Cuándo se despertarán?”
Mi estómago gruñe. Froto mi tripa y hecho un vistazo hacia las escaleras. “Reed se despertará pronto. El resto se levantará en una hora.”
“Deja que tu hermano y tú se alimenten primero, entonces.” Ella se dirige hacia la cocina, y yo la sigo obedientemente.
“¿Necesitas ayuda?” me ofrezco.
“De ningún modo. Toma asiento.” Golpea suavemente una de las sillas de la barra. Luego, actúa como si estuviera en su casa, sacando todos los huevos y la mantequilla del refrigerador, y ollas y sartenes del gabinete al lado de la estufa. “Steve y tu padre debieron tener una noche muy ocupada.”
“No lo sé.”
Ella lanza una divertida sonrisa en mi dirección. “No necesitas encubrir a tu padre, cariño. Soy lo suficientemente mayor para saber darme cuenta de lo que ocurre. Steve siempre ha tenido un ojo desviado.”
Me ruborizo, sin saber qué responder, pero Dinah empieza a parlotear.
“Sin embargo, me siento mal por tu madre. Ella tiene todas estas responsabilidades y nada de ayuda. Es por eso que vine. Para ver qué puedo hacer para aliviar su carga.”
Dinah se mueve alrededor de la cocina, batiendo la mezcla para panqueques, friendo tocino, calentando el jarabe. En menos de un segundo, hay un gran montículo de comida en frente de mí. Por un momento, me sorprende que pudiera cocinar—ella siempre se comporta como una princesita mimada. Pero luego recordé que Dinah no proviene de una familia con dinero. Se casó con él, lo que significa que probablemente sabía cómo cuidar de sí misma antes de que conociera al tío Steve.
“Gracias, señora.”
Ella me despeina mi cabello como si fuera un niño pequeño. “No me llames señora. Me haces sentirme vieja. Llámame Di.”
“Está bien.” Respondí entre los bocados de comida. No voy a discutir con la mujer que acaba de hacerme el desayuno. “Estos panqueques están increíbles, Di.”
“Bien. Me alegra oír eso. Es sorprendente cuánto puedes comer y aun así mantener un cuerpo en forma.” Sus dedos pasan por mi hombro cuando pasa junto a mí.
Es incómodo, pero no significa nada así que mantengo mi boca cerrada. No hay necesidad de quejarse por un inocente roce. Además, tengo cosas más importantes en las que pensar, como lo que tengo que hacer para que Sav pueda perdonarme. Dejo escapar un profundo suspiro antes de meter más panqueques en mi garganta.
“¿Qué vas a hacer hoy?”
“Disculparme,” se me escapó y luego lo lamenté de inmediato.
“Oh, ¿qué pasó? ¿Tienes problemas con alguna chica? Cuéntale todo a Di.” Ella coloca ambos codos sobre el mostrador y se inclina hacia mí. El cuello V de su camiseta se abre y puedo ver su parte delantera.
Aparto mi mirada y veo por encima de su hombro. “No es nada.”
“Cariño, te ves como si el peso del universo estuviera sobre tus hombros. Soy una mujer joven que estuvo soltera hasta no hace mucho tiempo. Apuesto a que puedo ayudarte a salir de cualquier situación complicada en la que te encuentres.”
No es como si estuviera lleno de buenas ideas. “Puede que haya echo enojar a mi novia,” admito.
Dinah ladea la cabeza. “¿De ese modo?”
“La invité a venir, pero…” Tomé una pausa, sin querer revelar toda la porquería de mi casa a nadie, ni siquiera a la esposa de Steve. “Necesitaba ayudar a mi hermano en una cosa anoche y la tuve que enviar a casa.”
Ella pasa su delgado dedo sobre sus labios. “A las chicas les gustan los grandes detalles. ¿Ustedes los niños no hacen invitaciones para el baile de promoción en estos días?”
“Si, supongo.” Algunos chicos han hecho cosas extremas para invitar a las chicas al baile, como crear un tesoro escondido. Decker Henry montó un caballo blanco por la calle con un cartel detrás de él. A su novia le encantó, aparentemente. Lo amó tanto que le cedió la V[1] incluso antes del baile.
“Entonces has algo por el estilo. Que sea grande y llamativo. Ella amaría eso.”
Grande y llamativo, eh? No quiero montar un caballo, pero podría hacer un espectáculo por mí mismo. Le doy una mordida más a mi comida y me bajo de la silla.
“Gracias por el desayuno.” Cuando escucho los pasos de Reed en la puerta, lo llamo para que entre. “Dinah cocinó para nosotros. Panqueques. Tocino. Toda la cosa.”
Sus ojos se dilatan de emoción. “¿En serio? Estoy hambriento.” Luego se detiene en su lugar, porque la cocina es del dominio de nuestra madre.
“Yo ya comí,” le aseguro.
“Increíble.” Aliviado, toma asiento.
“¿Puedes llevar a Easton y a los gemelos a la escuela? Me estoy llevando la camioneta de Easton esta mañana porque Sav tiene mi carro.”
“Seguro.”

Dejo a Reed llenando su boca y rápidamente subo las escaleras para alistarme.
“¡Gideon!”
Me giro para encontrar a Dinah justo detrás de mí. “Oh, oye, ¿Qué sucede?”
Ella desliza un brazo alrededor mío y tira de mí para darme un abrazo. Incómodo, palmoteo suavemente su espalda y trato de evitar que sus senos se aplasten sobre mi pecho.
“¿Por qué fue eso?”
“Te veías como si necesitaras un abrazo y un beso.” Me da un beso en la mejilla.
“Ups. Te dejé un poco de labial.” Ella desliza un dedo sobre mi pómulo. “Todo bien.”
Tengo ganas de frotar una mano por mi cara pero no quiero verme como un idiota. “De nuevo gracias por el desayuno.”
“No hay cuidado. Puedo venir en cualquier momento y ayudar.”
Corro hacia las escaleras. En un instante, estoy limpio, vestido, y listo para irme. Mi primera parada de la mañana es la tienda de flores más cercana.
“¿Cuántas rosas tiene?” Le pregunto al empleado.
“¿En la tienda?”
Saco mi billetera y dejo caer varios billetes en el mostrador. “En toda la tienda,” afirmo.
Resulta que el florista tenía doscientas de ellas. Una hora después, también he dejado limpias a otras tres tiendas más.
Gran detalle, aquí voy.




[1] virginidad

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Instagram

Entradas Populares