CAPÍTULO 3
Gideon
Presente
Las luces en
la fraternidad empiezan a parpadear una por una como si fueran velas que se
extinguen. Llevo la lata de cerveza a la altura de mis labios. Savannah está en
una de esas habitaciones, sacándose el top, cepillándose los dientes,
metiéndose dentro de las sábanas. Ella siempre usa unos shorts y una camiseta
sin mangas para dormir. Después de que empezamos a salir, ella se llevó mi
camiseta y se apropió de ella.
Me pregunto
qué estará usando ahora. De quién será la ropa con la que está durmiendo.
Me pregunto cuántos
chicos habrán visto sus mejillas enrojecidas y sus hombros descubiertos.
Cuántos de ellos habrán trazado la piel por encima de su pretina y sentido la
reverberación de su cuerpo cuando se estremece.
El sonido de
metal arrugándose invade el ambiente y mis dedos se aprietan alrededor de la
lata de cerveza.
—Ella es una
hermosa fantasma— Cal observa desde la acera detrás de mí.
Relajo mi mano
sobre la lata y me siento al borde de la acera al lado de mi amigo. —La más
hermosa.
Savannah
atrapó mi atención el primer día de escuela. Pero no fue su aspecto que la hizo
destacar. Fue el poco suprimido deleite que había en sus ojos. Para ella, cada
día era una emocionante aventura. Así era hasta el día en que la rompí, así fue.
—¿Ella te botó?
—Algo parecido
El tararea
simpáticamente. —Debieron haber terminado muy mal. ¿Es esa la razón por la que no
te has enrollado con ninguna de las chicas de aquí?
Eso y que
empecé a odiar el sexo, pero esa es otra historia que no quiero tocar, ni
siquiera con Cal. Es fácil decir que el corazón roto es la razón por la que no
estoy interesado en conseguir chicas alrededor del campus.
—Esa es la
razón—, afirmo. Agarro otra lata y tomo un buen trago.
Él termina su
propia lata antes de coger otra de la caja que compramos en una tienda calle
arriba. —Habían rumores de que eras gay.
—Lo sé—. En la
universidad, si no estás follándo chicas en tu tiempo libre, entonces eres gay.
La gente tiende a ser así de binaria. —Lamento decepcionarte.
—Nah. Siempre
supe que era falso. Nunca volteaste a ver mi asombroso trasero.
—No es cierto—
Cuento las ventanas de la casa y me pregunto en cuál de ellas estará descansando.
—Me he percatado de tu culo. Tienes las nalgas muy desequilibradas.
—¡Qué!—
exclama, —Imposible—. Levanta una nalga del suelo para inspeccionarla.
Me río sobre
mi cerveza. —Ejercitaste más tu glúteo izquierdo que el derecho.
—Tengo que ver
esto—. Se levanta y me da su celular. —Tómame una fotografía.
—¿Y con tómame te refieres a tu trasero?
Coloca su culo
en mi cara. —Sí, mi trasero—. Se da una palmada en su nalga izquierda con una
mano mientras que con la otra sostiene su sudadera. –No hay forma de que mis
glúteos sean de tamaños diferentes.
—No voy a
tomar una foto de tu culo, Cal—. Empujo su retaguardia lejos de mi rostro. Está
bloqueando mi visión. Otra luz parpadea.
—¿Por qué no? Necesito
saber—, insiste. —Eso me va a estar molestando ahora.
—Tienes
puestos tus jeans. La foto no va a mostrar nada más que eso.
—Está bien—.
Él empieza a desabrocharse el cinturón.
—Jesucristo,
Cal. ¡Qué demonios!— Me paro y agarro la parte trasera de sus pantalones y la
jalo hacia arriba. —Ninguno de nosotros está lo suficientemente ebrio para esa
mierda.
Cruzando la
calle, la puerta de enfrente se abre. Ambos, Cal y yo nos quedamos congelados.
Una figura sale y mi aliento queda atrapado en mi garganta. Mientras camina, lo
dejo salir. No es Savannah. Incluso en la oscuridad, puedo decir que no es
ella.
El aire
cambiaría si fuera ella. Mi piel se contraería y se volvería difícil respirar.
Las estrellas brillarían aún más y el cielo de la noche sería menos agobiante...
No. No es
Savannah.
En su lugar,
es nuestra compañera de equipo Julie Kantor.
—¿Pueden ponerse
debajo de la farola? Estamos tratando de grabar su porno improvisado pero la
luz es mala—, grita mientras se acerca.
Cal la saluda
con una mano, mientras que con la otra sostiene la pretina de sus pantalones.
—¡Julie! Necesitamos tu imparcial opinión— Se mueve alrededor y sacude su
trasero en su dirección. —¿Mis nalgas son de diferente tamaño?
Abro una
cerveza y se la entrego. —Si no contestas, va a bajarse los pantalones y
pedirte que le tomes una fotografía.
—No voy a
detener eso—, dice animadamente y después mueve su mano en dirección a la
fraternidad. —Pero como les dije, muévanse a la luz para que mis hermanas
puedan verlos mejor. No tiene sentido dar un espectáculo si nadie puede verlos.
—¿En serio?—
Cal luce confundido por un minuto.
Le doy un
vigoroso movimiento de mi cabeza, pero él está desgarrado. Julie le dijo que se
quitara los pantalones y, generalmente, él siempre hace lo que ella dice porque
no puede pensar por sí mismo cuando ella está en órbita. Esos dos deberían
salir ya. Me recuerdan a Tres y Bailey.
—No, cariño— suspira.
Ella se une a mí en la acera y da unas palmaditas en el espacio al lado de
ella. —Tu trasero está bien. Siéntate.
Él al
principio duda pero, predeciblemente, se deja caer al lado de ella.
—Mi presidenta
iba a llamar a la policía y reportar unos merodeadores sospechosos alrededor de
la casa, pero le dije que ustedes ya estaban sufriendo un castigo cruel e
inusual— nos informa Julie.
—¿Es eso
cierto?—. Me inclino hacia atrás y trato de descubrir si alguna de esas figuras
oscuras en la ventana pertenece a Sav. Mierda, ¿qué voy a hacer si realmente
asiste a esta universidad el próximo año? Probablemente poner una tienda y
vivir afuera de esta fraternidad.
—Has estado
sentado aquí bebiendo con Cal por la última media hora, mirando con nostalgia
la sombra de tu ex.
Ni siquiera
traté de negarlo. —En realidad no puedo averiguar en qué habitación se
encuentra, así que no he estado mirando su sombra exactamente. Tú podrías
ayudarme señalando la habitación en la que se está quedando…
—¿Por qué?
¿Planeas escalar las paredes del castillo y enfrentar al dragón?
—¿El dragón es
la ama de casa o su presidenta?
—Ninguna de
ellas—. Julie se ríe y toma un sorbo de su cerveza. —Sería Savannah misma.
Estaba botando fuego cuando salí de la casa.
—Ella era, ¿de
verdad? Eso me gusta—. El apretón alrededor de mi cerveza se afloja. O talvez, es
la presión alrededor de mi pecho la que se alivia.
—¿Tu ex furiosa
te hace sentir feliz?— pregunta Cal.
—Sav ha sido
una persona fría por dos años. Me gusta escuchar que está molesta. Eso
significa que todavía se preocupa.
—Así no es
como funciona— mi amigo protesta. —Se supone que debes hacerla sentir feliz, no
enojada. Las personas enfadadas se van y no vuelven a estar juntos. Mis padres
se odian el uno al otro, es por eso que se divorciaron.
Cal gira hacia
Julie. —¿Verdad?
Ella encoge
levemente los hombros. —Posiblemente. Tal vez nuestro chico Gid está delirando
o tal vez la chica que está adentro despotricando en contra del idiota cara de
pito que chupa su propio pene, realmente se preocupa por él.
Los dos
payasos se miran el uno al otro. —Nah— dicen al unísono y empiezan a reír.
Cuando Cal se
calma, dice: –Sería grandioso poder chupar tu propia polla. Creo que no saldría
de mi casa. ¿Eso me haría gay? ¿O sería incesto?
Ella pone los
ojos en blanco, pero recuesta su brazo alrededor de él. —Eso sería
masturbación.
—Oh, bien.
Buen punto.
Dejo caer mi
frente sobre el borde de la lata de cerveza. En serio, este chico necesita una
niñera.
—¿Así que
Savannah y tu tuvieron algo en la secundaria?— pregunta Julie.
—Si
—No tienes
idea de cuantas chicas se sienten aliviadas de oír eso. Había un rumor de que
eras gay. Al menos si fueras bi, tendrían una oportunidad.
La mano de Cal
se extiende hasta arriba.
Julie suspira.
— ¿Si, Cal?
—Si él ya está
enganchado con una chica, cómo significa eso que el resto aún tiene una
posibilidad.
En realidad,
esa es una buena pregunta. Levanto mi cabeza y miro a Julie mientras ella
responde.
—Las otras
chicas creen que cuando logres desengancharte, serás un buen material para ser
novio. Todas adentro suspiran sobre lo romántico que eres y que eres el único
chico que realmente sabe cómo amar a una mujer. Ese tipo de devoción es rara.
—Estoy
preocupado por la capacidad de razonamiento de toda tu casa si creen que soy
alguien que sabe cómo amar. Si lo fuera, ¿estaría aquí afuera sentado?— muevo
mi mano por el pavimento.
—El amor no
correspondido es el más romántico— dice ella.
Sobre su
cabeza, Cal y yo intercambiamos unas miradas confusas.
—Solo hay una
persona que me puede hacer avanzar— le digo a Julie.
—¿No han
pasado años desde que rompieron? Savannah dijo…— ella se muerde el labio y
desvía la mirada.
La agarro del
brazo. — ¿Qué dijo Sav?
Ella sacude su
cabeza. —No puedo. Va contra el código de chicas.
—Eso es pura
mierda— argumenta Cal. —Somos compañeros de equipo. Los compañeros de equipo
son primero.
—Si— reitero.
—Los compañeros de equipo son primero. Recuerda que te dejamos escuchar la
banda sonora de La Sirenita en repetición durante el Viernes de Práctica de
Primer año.
—Ni lo
menciones— Cal gime. —Esa música es condenadamente pegadiza.
—Yo quiero
estar donde las sirenas están,— Julia canta con los brazos abiertos. —Yo quiero
ver, quiero verlas nadando, haciendo piruetas en esas…— Ella golpea sus
mejillas como si hubiera olvidado las palabras. —¿Cómo las llaman? Oh, ¡aletas!
Cal cubre su
boca con su mano antes de que el resto de las palabras salgan. —No tenemos
suficiente cerveza para resistir toda la noche— El gira hacia mí. —Rápido.
Empieza a cantar otra cosa.
—No. Me lo
debes, Julie— insisto. —¿Qué fue lo que dijo Savannah?
Ella suspira,
pero termina rindiéndose. —Ella dijo que terminaron unos años atrás y que si
alguien en la casa quería, podía tenerte.
Eso fue un
golpe directo. Mire hacia la casa otra vez. Ver a Savannah en mi territorio me
impactó. Ella no se va a acercar a menos de que yo haga algo al respecto.
Cuando ella estaba en Astor Park y yo en la universidad, era más fácil
pretender que no iba a pasar la página, que iba a venir conmigo y empezaríamos
una vida juntos cuando termináramos la universidad. Pero esta noche se
revelaron algunas duras verdades que he estado evadiendo. Sav es una chica
maravillosa y no pasará mucho tiempo para que encuentre su corazón de nuevo y
se lo entregue a alguien más.
Lo cual está
mal, porque su corazón me pertenece. Ella me lo dio cuando tenía quince y no se
lo he devuelto. Ella necesita saber eso.
—Saca tu
celular y dile que venga— le pido.
Julio pone los
ojos en blanco. — ¿Por qué haría eso?
—Porque eres
una romántica.
—No lo soy.
—Julie, nos
cuentas historias de como tus calcetines solo pueden ir acompañadas por su
determinada pareja porque se pertenecen el uno al otro y no pueden estar con
otro par porque alteraría el balance del universo.
—¿Estás
diciendo que tú y Savannah son una pareja de verdad?
Levanto mi
mano y cruzo mi dedo medio sobre el índice. —Estamos destinados a estar juntos
pero las circunstancias nos han mantenido separados. Claramente, el hecho de
que este visitando mi universidad de todas las que puede asistir es una señal
del destino. ¿Quieres ser quien se interponga en el camino del verdadero amor?
Ella suspira y
saca su teléfono, —Las cosas que hago por ustedes chicos—. Ella presiona los
botones de su celular. Mi ritmo cardiaco se incrementa. —Oye Lou, ¿Podrías
mandarme a Iron Maiden aquí afuera? Gideon Royal acaba de dictar una sentencia.
Me levanto y
empiezo a caminar hacia la puerta, la cual se abre y una chica es empujada
hacia afuera. Una de las chicas en la puerta hace unos gestos ahuyentándola y
después la puerta se cierra en la cara de Sav. Ella me mira y luego empieza a
golpetear la puerta.
—¡Déjenme
entrar!— grita. —¡Hay un loco aquí afuera!
Cruzo mis
brazos sobre mi pecho. —Traidoras. Yo entraría a otra fraternidad si fuera tú.
Ella me ignora
y continúa golpeando la puerta. Afortunadamente, nadie en la casa responde. Un
par de hermanas se asoman por la ventana. Las saludo amigablemente mientras que
Savannah gruñe del disgusto. Un minuto después de inútiles súplicas, ella se
gira para enfrentarme. La rabia sale disparada de sus ojos. Mi pulso late un
poco más rápido y un poco más fuerte. Ella se ve tan sexy en estos momentos.
Me acerco pero
ella aleja mi mano de un manotazo.
Cruzando la
calle, Julia y Cal miran con los ojos abiertos del asombro.
—Patéalo en
las bolas—, grita Julia.
—¡Noooo!— lloriquea
Cal y luego trata de cubrir sus bolas y la boca de Julie al mismo tiempo.
—Podemos hacer
esto frente a una audiencia o podemos ir a otra parte—. Doy una mirada
significativa al frente de la calle.
—Estúpidas
Deltas—. Ella patea la baranda de metal de las escaleras de la entrada. Ella me
fulmina nuevamente, pero es lo suficientemente lista para saber que tiene pocas
opciones. —¿Dónde entonces?
¿Mi
habitación? ¿Una isla privada? ¿Marte? Algún lugar en el que no haya nadie más
que nosotros dos? Ella no va a ir para eso.
—Ahí está el
café Bean— sacudo mi cabeza detrás de ella. —Está abierto las veinticuatro
horas—. ¿Es decepción lo que veo en sus ojos? Levanto mis cejas. —O podemos ir
a mi departamento.
Ella mete las
manos dentro de su sudadera. —Bean está bien.
Sav empieza a
caminar enérgicamente por la vereda. Supongo que imaginé que se lamentaba.
La alcanzo en
un par de pasos y la agarro de la muñeca para guiarla. —Bean está por este
camino—, apunto a la dirección opuesta.
—Bien—. Ella
se suelta y trata de poner la mayor distancia posible entre nosotros, yendo tan
lejos como pueda caminando por el grass. Meto mis manos en mis bolsillos para
no ceder a la necesidad de agarrarla.
—¿A qué otras
casas fuiste esta noche?— pregunto, tratando de sonar casual en la
conversación. Todas las fraternidades están teniendo fiestas de fin de año.
Ella se
tambalea un poco, y yo frunzo el ceño. Había cientos de chicos hambrientos en
cada parada.
—Fui a un par
de ellas. No te vi—. En realidad inicié una búsqueda casa por casa pero no la
volví a ver, así que terminé acampando afuera de la fraternidad en la que
escuché se iba a quedar. Resultó ser un buen plan. Lo tomé como un signo
positivo.
—No me quedé
mucho tiempo—. Se queda en silencio y luego pregunta: –¿Qué le dijiste a Julie
para que me botaran de ahí?
—La verdad.
—¿Qué? ¿Qué me
engañaste? ¿Qué me mentiste? ¿Qué me usaste?
—Que eres mi
verdadero amor.
Ella se
detiene repentinamente y se gira para enfrentarme. Yo me detengo también. Ella
levanta su mano y me golpea fuertemente. Me levanto y coloco mi mano sobre mi
mejilla.
—No lo
lamento—, ella echa humo.
Una lenta
sonrisa se extiende por mi rostro. Arde, pero es la primera vez que me siento
vivo en años. Tal vez ella me odie, pero Dios, eso significa que hay amor al
otro lado de la línea, de esa delgada línea.
Froto mi
mejilla. —Es bueno tenerte de regreso, bebé.
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